13/07/11

Querido diario:

¡Lo conseguí! Iván y yo hemos ido a la playa,,,pero en tren. Dice que el coche ni le va ni le viene, y que si va conduciendo no puede besarme. Es muy tierno. En el tren fui sentada en su cuello, no hubo revisor. Fui jugando con su pelo y observando sus dilataciones. ¡Qué dolor! Él me acariciaba las piernas dibujando cosas que yo tenía que adivinar.

En la playa tomamos el sol, una vez, cuando estaba boca arriba él empezó a soltar lentamente arena en mi barriga, después soplaba y esta se iba. Otra vez se entretenía mordiéndome con suavidad por todos lados dejándome babeada. Otra vez me tocó la nariz, es lo que más me rabia, que me toquen la nariz, no lo soporto; entonces me levanté y me tiré encima de él, me estrujó entre sus brazos. 

Después subimos por la carretera hasta un mirador que yo desconocía, me llevó a carrapuchas un buen pedazo. Dice que soy peso-pluma.

Allí nos tumbamos en el prado viendo pasar las nubes, adivinando formas. Me senté en su cuello y enredé con mis manos en su pelo, el echó la cabeza hacia atrás por el gustirrinín. Me ofreció quedarnos a ver el atardecer, yo le dije que perderíamos el tren, y así fue,, hacia casi una hora que lo habíamos perdido.

Nos quedamos allí otro pedacito, después vinieron sus padres a buscarnos así que fuimos juntos atrás. Yo iba callada y roja, Iván me cogió la mano disimuladamente fuera del alcance de la vista de los águilas que fueron todo el camino de uno a otro.

¡Qué vergüenza!